Colecho y Lactancia Materna

Tener al bebé cerca, efectivamente hace que la lactancia sea más sencilla

Colecho y Lactancia Materna

Entre los beneficios de dormir cerca de los hijos podemos encontrar que resulta más fácil dar el pecho al bebé. No es extraño que muchas madres acaben metiendo al peque en la cama luego de haberse tenido que levantar varias veces para darle de mamar durante la noche o acaben moviendo su cunita a la habitación. Y es que tener al bebé cerca, efectivamente hace que la lactancia sea más sencilla.

Se trata de dos prácticas muy relacionadas entre sí y aunque la mayoría de las veces solemos leer u oír que el colecho favorece la lactancia, si lo pensamos lógicamente en realidad es más bien al revés. En la mayoría de casos, salvo aquellos en los que los padres deciden antes del nacimiento de su hijo que dormirán con él independientemente de si la madre le dará el pecho o no, se suele recurrir a ello por la necesidad que surge de alimentarle durante la noche. Por ello se podría decir que más bien la lactancia materna favorece el colecho porque la necesidad de compartir espacio surge de la necesidad del niño de alimentarse durante la noche.

Si tras el parto todo sigue su curso natural, lo lógico y más recomendable es que el bebé se alimente mediante la leche que produce su madre a través de las glándulas mamarias. El pecho de una mujer está preparándose para la lactancia desde su adolescencia. En esa fase, las mamas aumentan de tamaño y los cambios hormonales que tienen lugar después durante el embarazo provocan un nuevo crecimiento y el aumento de los alvéolos y conductos internos. Todo ello prepara los pechos para que tengan capacidad de producir leche, siendo ésta el mejor alimento que puede proporcionarse a un niño durante sus primeros años de vida.

Está demostrado que la lactancia materna es súper beneficiosa para los niños desde que nacen, ya que les aporta todos los nutrientes que necesitan para crecer más sanos. Como recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud) lo ideal es alimentar mediante lactancia materna exclusiva hasta al menos los 6 meses. Cuánto se debe alargar la lactancia y por tanto el colecho para las tomas nocturnas, depende de cada familia. Como a más demanda del bebé, mayor producción de leche, cuándo poner fin a la lactancia puede ser elección de la madre pero también del peque, si bien llegada una edad pasa a compaginarse con otros alimentos. Así a todo la leche proporciona al niño, sobre todo al principio, un sinfín de agentes capaces de protegerle y nutrirle durante ese tiempo en el que su sistema inmunitario se está desarrollando. De esta manera, el bebé recibe a través de la leche una especie de barrera o escudo que le resguarda de padecer muchas enfermedades como catarros, otitis, bronquiolitis, infecciones de orina, dolencias respiratorias e incluso de enfermedades futuras como podrían ser alergias, asma, diabetes, obesidad, etc. La leche materna, y sobre todo la de las primeras tomas denominada calostro, contiene un alto índice de proteínas y aporta una buena cantidad de defensas que ayudan a estimular también el desarrollo del propio sistema inmunológico del niño.

La lactancia materna no sólo es ventajosa para él sino que también la madre se beneficia de practicarla. Está demostrado que aquellas madres que dan el pecho sufren menos de hipertensión y además les ayuda a perder peso (el que ganaron durante el embarazo) con menor riesgo de padecer anemias. En el plano emocional, la lactancia favorece la creación de un vínculo materno-filial muy fuerte y es capaz de reducir la aparición de la depresión posparto.

Una de las características más importantes de la leche materna es que se trata de un alimento muy digesto y es esta cualidad (además del pequeño tamaño del estómago del niño) lo que precisamente hace que un bebé sienta hambre cada tan poco tiempo. Tras una toma es muy probable que sólo 45 minutos después vuelva a sentir la necesidad de comer. Esto sucede indistintamente durante el día y la noche. Durante el día, puede no resultar tan complicado atender la demanda de leche del bebé porque solemos tenerlo cerca y pocas veces se le deja solo, pero en la noche la cosa se complica y más todavía si tenemos al peque en otra habitación. Si se practica la lactancia materna a demanda, esto obliga a la madre a levantarse cada vez que su hijo tiene hambre, lo que suele suceder unas 3 o 4 veces durante la noche. El colecho elimina esa barrera entre su madre y su hijo y hace que aunque el peque se despierte las mismas veces, el hecho de darle de mamar sea más fluido y natural estando juntos.

Sea estando cerca o separados, el bebé se despierta, pero estando más próximos todo resulta más sencillo. Y no, no es que los bebés duerman poco. Lo que sucede es que duermen mucho pero en intervalos breves. Esto va cambiando a lo largo de los meses a medida que crecen. La disminución de los períodos en los que permanecen despiertos por la noche es posible gracias a la práctica del colecho en conjunto con la lactancia. Por un lado porque al estar tan cerca se evitan los desvelos que supone levantarse, ir a otra habitación y sacarlos de su cuna y por otro, porque la lactancia hace que estén activos succionando y los movimientos que realizan para succionar les producen el nivel de cansancio ideal como para poder conciliar de nuevo el sueño más fácilmente. Al darles el pecho se calman y el calor de la propia leche proporciona calor a su estómago a la vez que lo llena. Que dé el sueño después de comer no es algo extraño en adultos, así que tampoco lo es en el caso de los bebés.

Pero no solamente por todo ello la leche materna adormece a los niños sino que, hablando desde un plano más científico, se debe también a su composición. La leche materna contiene L-triptófano, un aminoácido que ayuda a conciliar el sueño, y melatonina, una hormona capaz de controlar el ciclo del sueño. Curiosamente la leche cambia su composición durante la noche y alcanza su pico máximo de estas dos sustancias durante esas horas, así que no es de extrañar que tenga ciertamente ese efecto somnífero. Pero no solamente es beneficiosa para el bebé si no que casualmente la producción de leche materna aumenta por la noche los niveles de prolactina, una hormona que también ayuda a la madre a dormir mejor y hace que las tomas que se den durante esas horas favorezcan la producción de leche durante el día posterior.

Por todo esto, no es de extrañar que exista esa relación tan estrecha entre la lactancia materna y el sueño del bebé. Dormir separados en habitaciones distintas es una enorme barrera que se interpone entre una madre y su bebé durante la noche. El colecho rompe este muro logrando que las tomas nocturnas se realicen de manera mucho más natural, que sean más numerosas y el bebé mame más, que ambos descansen más y mejor y que sus intervalos de sueño y despertares sean totalmente fluidos. Que el peque quiera tener cerca a su madre por la noche para comer y que llore por no tenerla a su lado no es un capricho, ni una excusa, ni mucho menos una forma de coacción emocional. Es sencillamente la respuesta a una necesidad biológica innata al niño que además la madre está especialmente preparada para cubrir y el colecho, una herramienta ancestral y totalmente natural que tiene a su alcance para hacer que la alimentación sea más llevadera para ambos durante la noche.

Se suele decir que es el colecho el que favorece la lactancia materna, sin embargo es más bien al revés. Cuando una madre tiene que dar el pecho a su bebé durante la noche, practicar colecho hace que sea más sencillo, rápido y natural.

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